"Un océano de silencio, sin centro ni principio... en calma"
La verdad de Dios nunca puede ser contenida dentro de las palabras humanas, salvo de modo simbólico. La verdad de Dios nunca puede reducirse a palabras, a Instituciones o a un Credo; porque Dios no es un sustantivo, no es algo susceptible de definición. Dios es un verbo, un verbo que nos invita a vivir, a amar y a ser.
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