Te envidio árbol. Hoy te volví a ver. Cuando yo nací, tú ya estabas ahí.
Cuando yo me vaya, tú seguirás. Días, meses, años... uno tras otro.
Estaciones. Sol. LLuvia. Vendavales. Tormentas. Sequía. Día y noche... y
siempre ahí, en pie. Tu hermano del monte de al lado fue abrasado por
el fuego. Un año después ha resurgido de las cenizas. Verde. Fuerte.
Vivo. Sus raíces permanecieron. Os envidio. Yo me iré y vosotros
seguiréis.